Hoy me desperté inspirado y
sincero, me desperté sin ganas de mentirme a mí mismo sobre los sentimientos
que escondo en mi pecho, como si la sonrisa no me delatara, o el brillo de mis
ojos al contemplar su efímera presencia y mis manos tratando de alargar cada
nueva despedida. De haber sabido antes lo que era el amor, hubiese huido, me
hubiese marchado cual cobarde, como siempre lo hice, dejando el corazón en la
puerta, sin arriesgar, pero es muy tarde para dar marcha atrás, muy hermoso
para el arrepentimiento. Recuerdo claramente esa noche que me aleje con el corazón
en la puerta, estaba seguro, fue fácil, y ambos habíamos entendido que era lo
mejor separarse, abandonándolo todo en silencio, como la canción más dulce jamás
cantada, pero cada nota se arriesgó a ser tocada, como una loca y apasionada canción
de amor, liberando al corazón en una melodía improvisada que acabo en desastre,
un hermoso desastre. Ya nadie puede escuchar su melodía, ni creo la recuerden, aunque
quedaron unas notas volando, pocos la pueden escuchar, notas que he escuchado
al recorrer ciertas calles, o leer viejos murales, también vienen a mí al oler
ese perfume que me eriza la piel y cuando veo la lluvia caer recordando ese
beso que jamás se dio, al cerrar los ojos escucho esa canción, mi corazón jamás
la ha olvidado.
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